Alonso-Sainz: un verano con marejada
El calor de las playas españolas no es nada con el que reina en las calderas de los equipos de F1, incluso en vacaciones. En la fábrica no se trabaja, pero los móviles de los jefes echan humo y hay mucha incertidumbre. Bottas espera que le confirmen en Mercedes y si no se queda en la calle, o vuelve a Williams. Massa querría ser de nuevo compañero de Stroll en 2018. Raikkonen urge a Ferrari que le renueven, demostrando más ganas que nunca y haciendo valer su importancia para que Vettel pueda lograr el título. Ocon está a punto de llegar a un acuerdo con Renault, mientras Wehrlein llegaría por fin a Force India. Leclerc como compañero de Ericsson en el 'Ferrari Júnior' en que se va a convertir Sauber. ¿Y los nuestros?
Ni Alonso se libra de la marejada veraniega, en la cual también se ve envuelto, casi se podría decir a propósito, por aquello de esperar a Singapur para decidir su futuro, que solo él sabe cual puede ser. Los americanos sacan tajada de esta indefinición y buscan tener presencia global en los medios dejando correr el rumor de que podría correr en otra carrera de la Indy, para que Brown salga a la palestra y diga que de eso nada.
Pero la marejada que puede afectar a Alonso se libra sobre todo en las oficinas de Woking y Honda. Si siguen juntos o no, y después con qué pilotos. McLaren quiso ayudar al novel Lando Norris y les salió bien: Neumáticos ultrablandos y poca gasolina, una combinación perfecta para un registro de titular, pero solo fue eso, y Fernando con el cartel de "soy el puto amo" en la playa.
MÁS PRESIÓN PARA SAINZ
A su lado, a Carlos Sainz la pasa como a Bale, que si no dice que se quiere ir, nadie hará ofertas, y no puede decir ni pío. Siempre se ha conocido a Red Bull como una auténtica trituradora de pilotos, que somete a sus pupilos a unas presiones inhumanas para alguien que tiene que jugarse el pellejo a 370km/h y sabe que no puede fallar, si no te llamas Verstappen.
Carlos ha sufrido esa presión desde la Fórmula BMW, con Marko pinchándole en cada parrilla de salida. Respondió bien a esa presión siempre, y enderezó su rumbo después de la GP3 ganando las WS 3.5 con autoridad. Ahora está aguantando más presión si cabe que cuando estaba en las fórmula menores.
Todos los jefes han disparado contra él de una forma u otra, de palabra o por escrito, pero no le pueden poner más presión. El viernes anterior a la carrera de Hungría el equipo difundió una foto de Gasly haciéndose un asiento en el Toro Rosso, cuando se sabía que iba a pilotar el Red Bull en las pruebas. Presión para los dos pilotos, pero a Kvyat se le perdona más, mientras Carlos es el que rema para el equipo con puntos y carreras como la de Hungría.
Seguramente que por la mente de Sainz pasó defenderse de nuevo del ataque de Fernando por el exterior de la segunda curva, pero la carrera de Sainz es otra. Es una carrera por la supervivencia en su propio equipo y la única forma de sobrevivir ahí es a base de resultados, no de defensas numantinas que acaben en la hierba. Ya le puso las cosas difíciles a Fernando una vez y le salió bien, pero no podía arriesgarse a una segunda.
Otra queja del bicampeón por radio, o peor, una salida de pista defendiendo su posición le hubieran supuesto una tal cantidad de críticas desde dentro que no le compensaba ser sexto a costa de ese riesgo. Carlos aporta puntos al equipo, pero no se valora lo suficiente y el año que viene será piloto Red Bull, pero aun tiene que seguir ganándose la titularidad, como un aspirante.
Básicamente porque hay un nuevo frente con el reserva Sean Gelael. El multimillonario entorno del indonesio ya difunde a sus próximos en la F2 que será titular el año que viene. No dicen dónde, pero está claro que Toro Rosso, donde llega con un plantel de patrocinadores, con KFC a la cabeza, dispuestos a lo que sea. Toro Rosso es casi desde su creación un equipo en venta, y ahora que la cantera de Red Bull no parece dar los frutos adecuados, se verían con buenos ojos la entrada de dinero de patrocinadores fuertes, que querrían colocar a Gelael en un coche, e incluso la propia venta del equipo. En ese caso Carlos y Kvyat lucharían por un volante, que por resultados debiera ser para Carlos.
Para 2018 todos los pilotos aspiran a quedarse como están, agarrados a su asiento. Los únicos movimientos van a ser más políticos que meritorios. Y en esa guerra los resultados pueden no ser suficientes.