Cada vez más lejos
Los test de Bahréin, que parecían arrojar algo de luz en el túnel en el que se encuentra sumido Honda, fueron un espejismo en el desierto, nunca mejor dicho. La realidad se volvió a hacer patente en Rusia, donde peor no podían haber ido las cosas.
Fernando mandó varios mensajes tras la carrera, con una mezcla de desesperación, incertidumbre sobre su futuro en 2018 y de esa mezcla de paciencia y resignación (no le queda otra), de la que está haciendo gala hasta el momento. "En 2018 ya veremos lo que pasa con cada uno de nosotros. No he acabado las carreras y esta vez ni siquiera la he empezado. Llevo mal que no estén saliendo las cosas", reconoció.
Ya no le queda más que inmolarse a lo bonzo delante de la unidad de potencia, que ni es unidad, porque parece que cada cosa va a su aire, y lo de potencia, de momento ni está ni se la espera. McLaren y Honda le están dejando sin argumentos para seguir con ellos domingo tras domingo.
Cualquier piloto que está en lo mejor de su carrera, sin muchos años por delante, que se ha preparado para seguir optando al título y se encuentra con este panorama, hubiera hecho saltar todo por los aires.
Sin embargo, tras sus mensajes televisivos, Fernando salía del hospitality de McLaren sonriente, con la camiseta de su marca Kimoa, que lleva para llegar el jueves al circuito y salir el domingo, y resignado. Esa sonrisa esconde una gran decepción y un cabreo interior, que domina e impide que salga al exterior de forma ejemplar.
"La verdad que, puestos a abandonar, es mejor hacerlo al principio y te evitas el sufrimiento que es estar en la cola del pelotón. Mira Vandoorne, sin ninguna posibilidad de nada, con un coche muy lento, a tres segundos de los primeros y esperando que te doblen. Para eso si se te va a romper, que se rompa antes", reconocía a MARCA.
"Es lo que hay y no queda otra que paciencia. El problema es que estamos tan lejos y la mejoría tiene que ser tan grande que no sé cómo se podrá hacer". Ese comentario de Fernando, sin llegar a perder la sonrisa, esa que delata que, de donde no hay no se puede sacar, no es más que el resumen de lo que espera a los pilotos de McLaren este año.
¿Enderezar el rumbo?
Se habla mucho de la paciencia de la que hace gala Alonso, pero ¿qué decir de McLaren? Su caso es diferente. Honda paga y no hay más remedio que seguir trabajando, pero también ha habido fallos y sería interesante conocer lo que piensan los ingenieros que están desarrollando la parte chasis y aerodinámica del coche, cuya desesperación tuvo que ser máxima cuando vieron que el coche se paraba irremediablemente. Ver a Fernando haciendo el paseíllo desde la entrada al pit hasta el garaje fue uno de los espectáculos más tristes que ha conocido la F1 en España en los últimos tiempos.
Apeado de su coche, sin llegar a tomar la salida y provocando una vuelta extra de formación, es más que tocar fondo, es estar hundidos en el abismo, y sobre todo y lo más grave, es que no se sabe si Honda será capaz de enderezar este rumbo, o arrojarán la toalla antes de tiempo, incluso después de haber firmado con Sauber para el 2018.
El desconocimiento de una tecnología que se les ha atragantado desde el principio y que no controlan, les lleva a hacer el ridículo domingo tras domingo: lo que debía ser un arma para vender imagen tecnológica y mejorar las ventas se ha transformado en un hundimiento de la imagen.