¡Carlos Sainz, conquista Silverstone!
Tenía que ser así, en una de las carreras más espectaculares que se recuerdan en la Fórmula 1 contemporánea. Sobre el asfalto del templo, Silverstone. Con el coche de leyenda, Ferrari. Y mediante un piloto que ha cambiado la historia y ha devuelto la esperanza de una afición que posiblemente creyera que los éxitos en este deporte ya eran cosa del pasado. Carlos Sainz conquistó el GP de Gran Bretaña desde la pole, suena fácil pero pareció imposible durante tres cuartos de la carrera. No caben más adversidades en dos horas, pero se rehízo de todas. 140.000 aficionados asistieron a un domingo épico de carreras, a un intercambio de golpes inolvidable entre Pérez, Hamilton, Leclerc e incluso Alonso. Pero delante, indiferente, con tres segundos de ventaja para respirar bajo la bandera a cuadros, el madrileño cumplía el sueño de una vida. “¡Vamos! ¡Vamos!”, gritó por radio. “Bravo, Carlos”, respondió Binotto. Bravissimo, no cabe duda. Bravissimo y ganador.
Qué bonito fue… ¡y qué difícil se puso! En la salida arrancó mejor Verstappen y le pasó sin sudar; igual que Hamilton adelantó a Pérez y Leclerc para situarse tercero (el embrague de Ferrari...). De repente, escalofríos: un espeluznante accidente sobre la misma recta principal acabó con Zhou boca abajo, a muy alta velocidad, hasta que aterrizó entre la barrera de neumáticos y la valla de protección. No salió herido, tampoco Albon, Gasly o Russell, los otros implicados, si bien el tailandés fue evacuado al hospital por precaución. Cuarenta minutos de bandera roja, y como no se habían completado ni dos tercios de la vuelta, la resalida debió establecerse según la parrilla original... primer golpe de suerte para Sainz.
La presión de Verstappen y Leclerc
La segunda salida de Carlos fue fulminante, se emparejó con ‘Mad Max’ y le paró los pies en el sector lento. Empezó a tirar con lo que tenía. La presión del neerlandés era constante con el paso de las vueltas y lamentablemente surtió efecto: Carlos se equivocó, un trallazo del coche le mandó a la hierba y cuando regresó a la pista había perdido la primera posición. Además le apretaba Leclerc, insistente como suele cuando huele la sangre. Y entonces… la magia, las hadas, que lo llamen como quieran: Verstappen notó un pinchazo y entró directo al ‘pit-lane’. El campeón y principal favorito en Inglaterra desapareció del mapa con problemas de agarre (acabaría séptimo).
Sainz volvía a estar delante con su compañero pisándole los talones. Fue casi literal, Charles le presionó tanto como pudo en la pista y por la radio, a través de los ingenieros. Con Hamilton a cuatro segundos, la amenaza de Mercedes era más real que nunca. La parada en boxes adelantada dio aire a Carlos, pero cuando los tres habían efectuado su cambio de neumáticos, el fulgurante ritmo de Leclerc que no podía equiparar Carlos obligó al muro a intervenir (porque Sir Lewis ponía en riesgo la victoria). Sainz se dejó adelantar, pero no perdió la estela de Leclerc. No se dejó ir, aunque estuviera casi todo perdido y el golpe moral fuese muy, muy difícil de digerir.
Magia y emoción en Silverstone
Y entonces… el enésimo chispazo que lo cambia todo: Ocon abandonó en mitad de una recta y debió salir el coche de seguridad. Sainz entró al pit lane y montó las gomas blandas, como todos los que venían por detrás. Pero, ¿en qué estaría pensando la fábrica de Maranello cuando dejaron a Leclerc fuera con sus neumáticos duros y usados? Se quedó vendido el talento monegasco frente a las fieras que tenía tras él. Cuando se relanzó la carrera Carlos sacó toda la agresividad, toda la rabia, y se emparejó en la segunda recta con el interior ganado y la adrenalina por las nubes. Charles se defendió con lo que tenía. Pero no era suficiente, la furia española iba camino de su 33ª victoria en la Fórmula 1.
Tras el primer Ferrari se lió una verdadera fiesta. Leclerc taponaba al resto, Checo se tiraba con todo, llegaron rueda a rueda a la última curva… ¡y Hamilton adelantó a los dos por fuera! No era todo, Pérez volvería, repasaría al inglés, y también el Ferrari. El mexicano de Red Bull se escaparía hacia el segundo puesto relativamente cómodo después de protagonizar los tres las mejores imágenes que ha propiciado este deporte en años. La segunda oleada de Hamilton sobre Leclerc tuvo respuesta combativa durante media vuelta, de hecho Charles le hizo una pasada por el exterior épica en Copse, donde hace un año Lewis se llevó puesto a Verstappen. Pero se impuso la lógica, Hamilton, tercero frente a sus fans.
Alonso terminó quinto, a distancia de DRS, en el mismo tren que los mejores, con Norris a su estela y después de su mejor carrera de la temporada. Feliz también por Carlos, que sonreía cuando se quitaba el casco. Sonreía, por fin, cuando sonaba la Marcha Real nueve años después. Sonreía más fuerte cuando el himno italiano atronaba por Ferrari. Retumbaba Silverstone. Sainz ganó su carrera.