Los triples nunca tuvieron tantos practicantes. Si bien el concurso habitual del All-Star tuvo a sus ocho participantes, otros dos se sumaron en una competición paralela que tuvo lugar minutos después y que fue uno de los atractivos de la noche del sábado en Indianápolis.

La NBA recogió el guante de dos de los mejores lanzadores del planeta, uno de cada género, en una lucha de sexos entre viejos conocidos que absorbió la atención dentro y fuera del baloncesto. Stephen Curry juega en San Francisco con los Warriors y Sabrina Ionescu, de 26 años y componente de las Liberty (Nueva York) de la WNBA, nació en esa ciudad y ha tratado con el base, el mayor triplista de la liga masculina, en el pasado. Los dos se retaron hace unas semanas y se accedió a un duelo.

Los tiros de tres a concurso tradicional no se fueron, siguen ahí. Son un troncal del All-Star. Y lo es también un Damian Lillard que repitió triunfo con un desenlace de infarto. A este hombre hay que esperarle hasta el final. En el último tiro venció el ahora base de los Bucks.

Lillard había ganado en 2023 en Utah y pudo repetir. La primera vez que hay un encadenado en este concurso desde que lo lograra el inefable Jason Kapono en 2007 y 2008. En ese barco se subió y en él permaneció hasta que todos sus rivales cayeron al agua. Malik Beasley (20), Donovan Mitchell (21), Jalen Brunson (24) y Lauri Markkanen (25) se quedaron en la primera ronda. Pero los eliminados debían ser cinco, no cuatro. Había cuatro jugadores con 26 tantos. Y hubo que realizar un desempate. El gran triunfador del concurso anterior e ídolo local Tyrese Haliburton, se quedó en la estacada en esta ocasión. A la final llegaron Karl-Anthony Towns, Trae Young y Lillard. Towns metió 22 y Young metió 24. Todo estaba en la mano del campeón que quería seguir teniendo el vigente en esa denominación. Dame entró en calor, bola a bola, carro a carro, y parecía tenerlo, pero se atascó en los tiros finales. Tuvo que llegar al último, con aún segundos de margen para ejecutarlo, para sobrepasar a Trae y conseguir su segunda victoria en esta competición.

Y después llegó lo disruptivo. No apto para mentes con polvo.

Ionescu llevó el espectáculo a Indianápolis y cambió las reglas. Figurada y oficialmente. La idea primigenia era que lanzara desde su distancia habitual, a 6,75 metros, pero pidió hacerlo a la que la hace Curry, a 7,25. Igualdad. Sí aceptó los balones de la competición femenina, con menos dimensión que en la masculina. Este duelo benéfico, en el que los jugadores donaron el premio económico a dos organizaciones de ayuda a la comunidad, se fraguó en las redes sociales y se llevó a cabo en el Lucas Oil Stadium después del concurso oficial de triples. Un postre que supo a progreso. La jugadora de las Liberty, que tiene a Pau Gasol como ídolo y amigo, empezó primero. 26 puntos. Lejos del récord que tiene, una actuación que será difícil que se vuelva a repetir y que, con lógica, precipitó este enfrentamiento. Stephen Curry, sonrisa puesta, no se dejó ni un resquicio de calidad fuera del rectángulo y remontó. 29 puntos. El de los Warriors no perdona ni esto.