El Madrid sobrevive con un Tavares imperial y el mejor Goss

El infierno del Stark Arena fue solo un partido de baloncesto en un ambiente pasional (20.091 aficionados), lo que esperábamos, lo que querían todos los implicados, un duelo que se resolvió, como el primero de la serie, con aquel triplazo de Punter, en el instante final. Nunnally no acertó a la desesperada y casi en posición horizontal para forzar la prórroga (80-82). Era imposible. El que sí la había clavado, a falta de 24 segundos, en un lanzamiento frontal de tres fue Nigel Williams-Goss, que completó su mejor actuación de blanco en la Euroliga: 22 puntos. Y hubo un héroe merengue aún más grande, un gigante sobre la pista, de apodo Edy y apellido Tavares. Jugó renqueante y casi sin descanso (35:45), aunque se calentó en pos del objetivo de estirar la eliminatoria a un cuarto encuentro y lo consiguió tras apilar 26 puntos con un sensacional 11 de 14 en el tiro, 11 rebotes y 3 asistencias para un descomunal 41 de valoración, su récord en la Euroliga. A su vera, como cuatro ocasional sin Yabusele ni Deck, Mario Hezonja. Fallón en el triple (1 de 6), enorme labor general: 12 tantos, 14 rebotes, 3 pases y solo una pérdida. Todo aderezado con una zona 2-3 que sin ser idílica permitió al Madrid sobrevivir. El cuarto asalto viene ya, el jueves (20:30, Dazn), de nuevo en Belgrado con Lessort y Deck como refuerzos.

La puesta en escena con ambos equipos posando detrás de una pancarta (“El baloncesto une a la gente”, se leía) nos dejó a un Partizán en la cresta de la ola, en su caldera, y a un Madrid intimidado por el compromiso y el ambiente, incapaz de mantener un mínimo cuidado del balón con Llull de escolta y Cornelie de ala-pívot en el quinteto titular. Tres pérdidas encadenadas lanzaron a los locales hasta lo que parecía el infinito y más allá, un 12-0 demoledor con dos reclutas de Obradovic dando un paso al frente: el base israelí Yam Madar y Alen Smailagic, un retornado de la NBA aún con 22 años. Entre ambos promediaban 11 puntos este curso y en los segundos iniciales del segundo cuarto acumulaban ya 21 (10 y 11, respectivamente). Hacían de Punter y de Lessort a su manera, aunque de ahí al descanso no volverían a sumar. La renta partisana alcanzó los 15 tantos varias veces: 28-13, 34-19, 39-24 y 41-26.

Williams-Goss celebra su triple ganador.
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Williams-Goss celebra su triple ganador. ANDREJ CUKICEFE

El Madrid apostó, después de su desastroso inicio, por una defensa zonal, nada especial, no demasiado ajustada: picaba en fintas y permitía posiciones cómodas posteriores, huecos, tiros más o menos liberados… Pero el Partizán dejó de fluir, dudaba al soltar la mano, en cuál era el tempo correcto de sus acciones, cuándo debía resolver... Gastó cuatro minutos y medio sin ver aro, mientras que el Real crecía como la espuma en ataque, de la mano del Chacho, valiente, que se empeñó en conectar con Tavares, y el pívot, bastante mermado de inicio en movilidad, rapidez y salto por la lesión en la pierna izquierda, con la que se impulsa, se calentó. Sumó 14 puntos en el segundo cuarto, imparable en ausencia del sancionado Lessort (una baja clave por la tangana del jueves pasado), imparable para Smailagic y para LeDay. Un parcial de 0-11 permitió a la escuadra española encimar al rival. Los de Chus Mateo acumulaban mediado el segundo acto el triple de faltas (17 a 21 al final). No le pitaron a Tavares una antideportiva a favor que parecía clara y más tarde sí una más dudosa en un contraataque de Musa. Luego Edy trató de barrer un balón y pareció tocar el aro, aunque los árbitros no dieron la canasta en la revisión en vídeo.

La remontada no se completó hasta el tercer cuarto tras seis puntos seguidos de Williams-Goss y un triple de Hezonja instantes después de un taponazo de Tavares: 53-54. El Partizán evidenciaba limitaciones físicas (58-63), pero se agarraba a la cuerda, ni pensar en soltarse, ni en que a Punter todavía le resta otro partido de sanción y de haber avanzado con un 0-3 se hubiera perdido la Final Four, la semifinal. Un 2+1 de Exum en el preámbulo del cuarto decisivo, en un uno contra uno largo frente a Tavares sin que nadie ayudara al caboverdiano, en especial Musa, que ejerció de espectador, algo habitual en muchas defensas, igualó a 68. El bosnio, además, lanzó cuatro triples cortísimos, en alguno se escuchó “agua”.

Zeljko Obradovic, en acción.
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Zeljko Obradovic, en acción. ANDREJ CUKICEFE

A Goss le daba Chus Mateo un pequeño respiro, el que no tenía un Tavares mermado, con Poirier sin pisar el parqué en toda la noche. El base estadounidense dejó algunos de sus mejores momentos en un curso en el que a veces le han faltado minutadas en la Liga para que pudiera llenar la mochila de confianza. Porque siempre pintó que, sin cambios significativos en el puesto de base el pasado verano (Chacho aterrizó para echar una mano, no para ser titular), la apuesta debía ser él, parecía la mejor aunque no fuera el director soñado. Algo de eso es lo que vimos esta noche en Belgrado.

Un triple de Nunnally (77-75) a falta de 3:09 devolvió la ventaja al Partizán, que se pasó 3:06 sin ver aro. Al minuto final se entró con empate a 77, los de Obradovic, por indicación del técnico, gastaron sus dos faltas antes de entrar en el bonus para que Tavares no lanzara debajo de la canasta, en la segunda ocasión tras rebote ofensivo. Quedaban 30 segundos, sacaban blancos, la bola para Goss que se jugaba un triplazo con paso atrás, el ganador. Y 77-82 tras dos libres de Hezonja después del fallo de Nunnally. Lo que parecía ya acabado… aún no lo estaba. LeDay embocaba un triple en carrera a falta de tres segundos, Hanga casi agota el tiempo de saque después del tiempo muerto y el balón pega en el aro en el pase precipitado, rebota y va de campo a campo a trompicones, hasta que Nunnally lo agarra e intenta un lanzamiento casi de cuchara mientras caía al suelo… Valía la prórroga, se quedó muy lejos. Habrá cuarto, el jueves, con Deck y Lessort tras cumplir sus sanciones. El Madrid sobrevive y Obradovic está orgullo de los suyos, de su equipo y de su afición: “Más importante que ganar partidos es ser hospitalarios y demostrar cómo es la gente en Serbia”.

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