“Feo e inaceptable”: los Wolves, abucheados ya por su afición

Los Timberwolves se metieron en playoffs la temporada pasada, un celebrado regreso en Minnesota, e hicieron después su all in con el megatraspaso (realmente mega) por Rudy Gobert. Su idea era ir a muy grande: Gobert y Karl-Anthony Towns juntos, un experimento a contraestilo en la actual NBA en el que unos creyeron desde el principio y otros siguen sin ver nada claro. Y más después de un mal inicio de temporada. Muy malo: 2-2 con sensaciones a la baja y pese a haber tenido un calendario a priori de lo más propicio: Jazz, dos partidos contra los Thunder y Spurs. Tres de los que, en teoría, pensarán más durante este curso en Victor Wembanyama que en el play in del Oeste.

La visita de los Spurs (que están 3-1, mucho mérito) hizo saltar las primeras alarmas en un Target Center en el que se escucharon abucheos. No es lo ideal en el cuarto partido de una temporada tan (se supone) prometedora. Anthony Edwards reconoció que “dolía” y el entrenador, un Chris Finch que parece lejísimos ahora mismo de dar con la tecla de un equipo que necesita mano de técnico por su propia configuración, definió la derrota como “fea e inaceptable”. El 106-115 final es maquillaje que esconde la realidad: los Wolves perdían por 20 ya en el segundo cuarto (32-52). Después de acercarse y abrir un poco el partido, cayeron con todo el peso de su falta de actitud después del descanso: 71-106 en el inicio del último cuarto. Un desastre del que recuperaron algo (-11 a dos minutos del final, sin milagro), poco más que salvar un par de posesiones de un naufragio improbable.

Los Wolves solo han ganado (dos veces) a OKC Thunder. Jugaban en back to back, pero su problema pareció más de actitud que de energía. Es un equipo que fluye si la cosa va bien pero al que le cuesta remar a contracorriente. Y tiene que aprender a hacerlo para ser un buen equipo. También tiene, claro, que aprender a jugar con esa configuración extraña que él ha querido darse: Towns acabó con 27 puntos, 11 rebotes y 5 asistencias pero, ahora mismo, sus números no impactan en el juego todo lo que deberían (tampoco algo inhabitual en él) y Rudy Gobert estuvo muy mal: 11 puntos, 7 rebotes para un pívot que cuando se queda sin estadísticas, se queda sin nada. D’Angelo Russell disimuló (25+7 asistencias) y Anthony Edwards estuvo horrible, desesperante: 9 puntos, 3/15 en tiros, 1/8 en triples. Acabó muy frustrado, yéndose al vestuario y acosado por la irregularidad que está marcando un inicio de temporada en el que ya ha dicho (de forma constructiva, pero dicho está) que le va mejor con quintetos pequeños. No es lo mejor que puede decir tu estrella joven cuando acabas de hipotecar tu futuro para juntar a Gobert y Towns.

Los Spurs están siendo mucho, mucho mejores de lo esperado. Devin Vassell es una de las sorpresas del inicio de curso: esta vez 23+9+7. Promedia casi 19 puntos por partido y rinde más cuanto más necesita su equipo. Keldon Johnson jugó con la solidez habitual, Tre Jones distribuyó, el rookie Jeremy Sochan jugó su mejor partido (14 puntos) y Jakob Poeltl completó otro partidazo: 14 puntos, 14 rebotes (8 de ataque) y 4 asistencias para un jugador del que se debería hablar más. Gregg Popovich, tiempo habrá, no piensa en Wembanyama todavía, y sus Spurs están dando un magnífico tono a su inicio de temporada. Eso que se llevan, pase lo que pase después. Buenas vibraciones, todo lo contrario que en Minnesota, donde toca apretar los dientes y remar, demasiado pronto.

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