Festival del Madrid en Granada
El Madrid tiene a Vinicius y el mejor centro del campo de LaLiga. De lo uno y de lo otro se deduce que siga fuera del alcance del Atlético y de la vista del Barça tras un partido completo en Granada con un desarrollo inverso: primero metió los goles y después sacó el juego. Un juego estupendo, por cierto, a la orden de Kroos y Modric, que descansados son imparables. Con veinte partidos menos al año durarían un siglo. Y luego estuvo Vinicius, que se comió crudos a sus marcadores. Esta vez no necesitó ni a Benzema mientras al Granada se le quedó muy corto el buen partido de Luis Suárez.
Nacho por Militao y los de siempre (Asensio se reafirma en el único puesto a debate) pese a las dos semanas FIFA, con el Mundial en juego y unos cuantos viajes transoceánicos en la mochila. Ancelotti coincide con el último diagnóstico de Zidane. Gran parte del banquillo del Madrid es invisible. Entre los eternos inhábiles (Bale y Hazard), los que antes de irse ya se han do (Marcelo, Isco, quizá Ceballos...) y los que nunca existieron (Vallejo, Jovic, Mariano...) el censo de elegibles se ve muy reducido. La plantilla vuelve a partirse entre los de siempre y los de nunca. Y en Granada volvieron a jugar los de siempre, pese a que ante el Madrid se alza una pista americana. Sheriff, Sevilla, Athletic, Real Sociedad, Inter, Atlético es la temible secuencia inmediata. Abróchense los cinturones.
También tocó lo suyo Robert Moreno. Aminoró el 4-4-2 con Luis Suárez como único punta nominal, pero con Rochina liberado entre líneas y Puertas y Soro abiertos. Detrás, Gonalons, con el lesionado Milla el más solvente de sus mediocentros.
De menos a más
El Madrid aterrizó en el partido con el aire sosote del último duelo ante el Shakhtar y de los últimos minutos ante el Rayo. Fueron dos triunfos a media luz y es momento de recordar que las grandes crisis empiezan con pequeños autoengaños. El Granada vivió cómodo de no equivocarse hasta que la primera pérdida acabó siendo su esquela. Anduvo astuto Kroos, el jugador del Madrid que mejor lee la letra pequeña de los partidos, y de primeras le mandó un pase cruzado a Asensio a cuarenta metros de meta. Y el balear fue entonces el de antes la lesión. Sostuvo el esprint para no dejarse cazar y cruzó con la derecha, que en su caso no es la diestra.
Y tras la cuenta de protección, el KO, casi sin pestañear, en un córner de arte y ensayo con una combinación Kroos-Modric-Kroos y remate en el primer palo de Nacho. Al Granada le pilló conmocionado y a Puertas, en Babia. Él rompió el fuera de juego. En dos llegadas, sin el acompañamiento del dominio ni de la brillantez, el Madrid se metió el partido en el bolsillo. Nada que no hayamos visto antes. Nada que no hayamos visto siempre. Todo de la mano de Kroos y Modric, veteranos supervivientes en la jungla de centrocampistas vigoréxicos que son moda. Sólo el conocimiento del juego les ha permitido alargar tanto sus carreras.
El gol de Luis Suárez
El resto parecía correr y cantar. Es imposible poner a Vinicius y sustraerse a la tentación del contragolpe. Definitivamente el Madrid es más de caballería ligera que de artillería pesada. Al galope pudo llegar el tercer tanto, en remate mordido de Asensio que Soro salvó literalmente sobre la línea. Sin embargo, en una jugada de fortuna, el Granada fue capaz de cortarle el rollo al Madrid. La jugada, en cualquier caso, tuvo el mérito de la fe en la presión. A Vinicius le limpiaron la pelota en un mal control y Luis Suárez enganchó un remate raso desde fuera del área que tras tocar en Nacho le cambió el palo a Courtois fatídicamente.
El 1-2 le recordó al Madrid que no hay partidos baratos. El gong del descanso pareció estar de su parte en un reparto de oportunidades que pareció favorable al Granada.
El receso devolvió un Madrid a la inversa: mejor juego y menos acierto inicial. A Carvajal y Kroos se les fue el gol cuando su equipo abrumaba ya al Granada para ahorrarse el 'thriller' a los postres. Y al final dio con el gol, un contragolpe de diseño. Pase largo de Casemiro, galopada de Benzema (su perseguidor, Víctor Díaz, se rompió por el camino), pase mágico a Modric y regalo de este a Vinicius a puerta vacía. Un tanto de altísima precisión a altísima velocidad, la capilla sixtina del fútbol.
Las rojas
Ya entonces el Madrid jugaba realmente bien en un partido gobernado de principio a fin por Kroos y Modric y sin demasiado trabajo de deshollinador para Casemiro. Y arriba, Vinicius fue desatándose hasta desquiciar a sus marcadores. El peor parado fue Monchu, que lo cazó con el balón fuera de su alcance y vio una roja que pareció exagerada (también expulsaron a Robert Moreno por las protestas). Ancelotti creyó entonces que el mayor peligro que le aguardaba en el partido era la integridad de su jugador más desequilibrante y lo quitó. No existió mejor prueba de que daba el partido por ganado.
Ya sólo quedó el recreo final: el gol de Mendy con la derecha (dos zurdos marcando a pierna cambiada, hasta eso le salió al Madrid), minutos de consuelo para Jovic e Isco y el debut en Liga de Vallejo. Un falso mensaje de que todos cuentan.