"Soy TermiMartinator", bromeaba Jorge Martín sobre su nueva mutación, la que le ha convertido en campeón del mundo de MotoGP. El mote le viene al pelo porque es un campeón de acero, ha ido pasando por tantas dificultades, que todo le ha hecho más fuerte. En vez de derrumbarse a continuas adversidades, su coraza se ha ido construyendo más y más robusta hasta convertirle en una masa más sólida que la roca que tenía enfrente, un dignísimo Pecco Bagnaia.
Para empezar debió forjarse en la curva 1 del circuito del Jarama madrileño, donde vivía con sus padres, Ángel y Susana, que eran 'moteros' y peregrinaban a Jerez a animar a Álex Crivillé. El progenitor le metió el gusanillo de las dos ruedas, pero no había dinero para costear todo. Le rechazaron en la Red Bull Rookies Cup, pero se preparó más y fue el más rápido en las pruebas del año siguiente. Acabó ganando esa competición. Aspar le dio la oportunidad, pero esa Mahindra no era competitiva. Su explosividad se convirtió en su seña de identidad de por vida, aunque llevara un 'hierro' como aquél.
Con Gresini explotó y ganó el título de Moto3 en 2018. Su padre le puso el apodo de Martinator por su capacidad para vencer al dolor. En Moto2 sufrió con KTM y un proyecto que los austriacos tuvieron que abandonar. Pero Ducati ya se había fijado en él. Ascendió con Pramac. Hubo otro momento de duda: la caída en Portimao 2021 y las múltiples fracturas que le hicieron plantearse la retirada. En vez de eso, se endureció más.
En 2022, los de Borgo Panigale cambiaron y escogieron a Enea Bastianini para subirle a su equipo oficial. No desfalleció y se centró en lo suyo: ganar con un equipo satélite. En 2023, apretó a Bagnaia hasta el domingo de Valencia. Y lo más importante, vio que el 'sí se puede' que le cantaron el sábado era factible.
Preparación mental
Para 2024 se preparó más su 'coco', con un psicólogo y la vocación de no presionarse tanto. "En enero estaba sufriendo en lo mental, tenía muchos miedos de no ganar en MotoGP. Me centré más en la opción de ganar que no en perderlo", reconoció ayer.
Su voluntad de hierro no sólo es su documental, sino su filosofía de vida. "En 2023 no estaba preparado. Éste año, he disfrutado el momento. Ya me podría ir a casa. Todo lo que venga en el futuro es un regalo", confesaba.
Por supuesto, su celebración fue con la banda sonora de Terminator, con él disparando para abrir un cubo y sacar un casco especial. Era el momento de liberar la tensión extrema vivida. No es un cyborg, es humano, como su familia, que abarrotaba el box. "Lloré toda la vuelta de honor y se me cayó alguna lágrima en la última vuelta", admitió.
Señorío con Ducati
Al llegar al garaje, el estallido final. Ducati estuvo en plan señor, felicitándole. Incluso Claudio Domenicali, el CEO, el que ejecutó la decisión definitiva de escoger a Marc Márquez y no a Martín, se abrazó con él. Olvidaron las rencillas y el de San Sebastián de los Reyes estuvo elegante. "Ducati nunca me ha defraudado. Vale, han hecho otra elección, y esto no lo puedo controlar, así que me centro en lo que puedo controlar, que es pilotar la moto. Pero a nivel técnico siempre me han dado el apoyo. Incluso hoy, cuando antes de la carrera le he dicho a Gigi (Dall'Igna): 'Gigi, no sé qué hacer con la rueda de atrás. Por favor, ayúdame'. Ha venido al box y hemos estado hablando un rato. O sea, hasta en el momento más crítico en el que dirías 'Igual ni me responde y me deja en visto', ha venido a ayudarme. Es una pena no haber cerrado este ciclo, pero la vida es así, y estoy muy feliz por lo que viene", reveló.
La 'vendetta' del Pramac
En el Prima Pramac igualmente explotaron toda la 'rabia' contenida. Su jefe, Paolo Campinotti, ganaba tras 25 años en el 'paddock'. Siempre estuvo con Ducati, pero rompieron y se irá con Yamaha en 2025. "Es impresionante, increíble", no paraba de repetir. "Jorge no es el número 1, es el mejor", refrendaba Gino Borsoi, el jefe de equipo. Fonsi Nieto, el director de rendimiento y muchas veces su 'confesor' o motivador, le estrujaba antes de hacer, cómo no, de maestro de ceremonias. Hubo clásicos, como el 'Campeones del mundo' con el tono del 'Seven Nations army' de The White Stripes, convertido en himno en Italia por el fútbol y el Mundial de 2006, pero, sobre todo, gritos y jolgorio entre el 'prosecco'. El 'acero' se fundía con su novia María. Martinator es el merecido campeón, MotoGP tiene un nuevo rey, el rey Jorge.