Los Lakers ganan para nada

Nunca se gana para nada, pero da la sensación de que por muchos esfuerzos que hagan, los Lakers se mantienen inmóviles en el mismo sitio, en ese noveno puesto de la Conferencia Oeste del que no salen ni por asomo. Es lo que tiene: el infame mes que se pegaron tras la victoria en el In-Season Tournament, una resaca de esas que te dejan un tiempo largo sin fiesta, ha sido lo que les ha dejado ahí. El resto de la temporada pasa de buena a muy buena: 9 partidos por encima del 50% (41-32), a uno de los que conquistaron el pasado curso (42). Y van 24-13 desde el parón del All Star, por encima de Clippers o Bucks, protagonizando auténticas hazañas y consiguiendo sacar rédito a partidos sin brillantez al tiempo que se sobrevive con un talento para ello incuestionable a otros que se tienen perdidos. Ahora, la racha se expande a cinco victorias consecutivas y siete en los últimos nueve encuentros. Todo ello inmersos en una gira por el Este de la que quedan otros cuatro duelos antes de volver al acogedor Crypto Arena, las luces de Los Ángeles y las narrativas de Hollywood, un lugar que vive de las grandes historias y que ve en este equipo una de ellas.

Los Lakers ganaron a los Grizzlies (124-136) un equipo que está en la Conferencia Oeste pero en la Costa Este y que empezó su andadura en la NBA en Vancouver antes de ocupar una ciudad sin franquicia en la mejor Liga del mundo y vivir con la contradicción de estar en un lugar pero pertenecer a otro. Lo hicieron, volviendo a los angelinos, tras un titánico esfuerzo ante los Bucks, un duelo en el que remontaron 19 puntos y ganaron en la segunda prórroga sin LeBron James. El Rey, tocado de la rodilla, hizo el esfuerzo de estar en Memphis sabiendo que era un enfrentamiento peligroso (back to back, viaje, fuera de casa...) y que no iba a estar Anthony Davis, que se ha perdido sólo 5 de los últimos 101 partidos disputados por los Lakers, algo inmenso para él, que a pesar de todo no es un robot y tuvo que parar. Se hizo daño en las piernas ante los Bucks y se fue a 52 minutos (y 34 puntos, 23 rebotes, 4 tapones...). Necesitaba respirar. Y fue la otra estrella la que se encargó de todos los cometidos.

LeBron firmó un triple-doble estupendo (23, 14 y 12) en un partido que controló y manejó sin llegar a los 35 minutos. Uno en el que los Lakers llegaron a mandar de 27 a pesar de que la mayor diferencia en un cuarto fue de 7 (25-32 en el segundo). Los espacios creados para sus compañeros dieron como resultado la consecución de 18 triples en 33 intentos, un espectacular 54,5% que decantó la balanza y que tuvo lugar entre sólo cuatro jugadores: Spencer Dinwiddie (3 de 4, 14 puntos), Taurean Prince (3 de 4, 15 puntos), D’Angelo Russell (5 de 9, 23 puntos) y, sobre todo, un Rui Hachimura para los anales: 32 tantos y 10 rebotes con 11 de 14 en tiros de campo y 7 de 8 en triples. Una exhibición brutal y colaborativa en la que también participó Jaxson Hayes (14 y 7) el sustituto en la pintura de Davis y que tuvo enfrente las intentonas de Desmond Bane (26, con 16 asistencias) y los 25 tantos de Jake LaRavia. Santi Aldama se quedó en 6 puntos.

Eso sí, los Lakers siguen (y siguen, y siguen) novenos. Se ponen a 1,5 partidos de los Kings, que no jugaron, pero siguen a 2 de unos Suns que sí lo hicieron y que además consiguieron una victoria de un mérito brutal en Denver. En teoría, el calendario de los angelinos es bueno a partir de ahora: dentro de que están dentro de una gira, visitan a los peligrosos Pacers, a Nets, Raptors y Wizards. Menos los primeros, todos ellos sin aspiraciones. Y todo esto mientras siguen esperando a sus lesionados de siempre (Jarred Vanderbilt, Gabe Vincent, Christian Wood) e intentan que LeBron y Davis encuentren el equilibrio entre la salud y las hazañas. De momento, han echado el ancla en ese noveno puesto les abocaría al play in ante, de momento, los Warriors (con permiso de los Rockets) para luego disputar otro segundo asalto contra (también de momento) Suns o Mavs. Y si salen indemnes de algo, playoffs. Y ojo, que excepto los Nuggets, no parece que los Lakers tengan una eliminatoria directamente perdida contra nadie del Oeste. Ni ganada, claro. Pero ojo. Que todavía pueden pasar muchas cosas.

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