Saltan chispas en los despachos
La sucesión de Bernie Ecclestone no va a ser tan tranquila como se podría esperar tal y como se pudo apreciar por la política de gestos llevada a cabo por los miembros de Liberty por un lado y la FIA por otro en la primera carrera de Australia.
Estando los jefes de ambas entidades en Australia lo lógico era una rueda de prensa conjunta para presentar lo que será la nueva F1. Pero no ocurrió nada de eso, cada uno hizo la guerra por su cuenta.
Allí aparecieron los responsables de Liberty, con Ross Brawn a la cabeza junto a Sean Bratches, hablando durante una hora de simplificar los motores, hacerlos más baratos y tratar de igualar las fuerzas como sea o quitando elementos artificiales como el DRS, etc. Mientras, la FIA con su Presidente a la cabeza dejó claro que no habrá marcha atrás en lo que a sistemas y motores verdes se refiere.
"Estoy dispuesto a escuchar sus ideas acerca de la normativa, pero la responsabilidad final siempre estará en manos de la FIA. Nosotros hacemos y controlamos las reglas", dejó claro Todt, que en la parrilla del primer gran premio estuvo rodeado de su gente, pero sin el acompañamiento de los hombres de Liberty.
Todt no viajaba a Australia desde 2013 y se dejó ver para que se sepa quién manda en la F1. Una cosa son los derechos comerciales, que es lo que ha comprado Liberty y otra muy diferente la competición en sí, que las regula la Federación Internacional. Ya han saltado las primeras chispas.
Las negociaciones, listas
Las negociaciones han de comenzar rápidamente entre la FIA, Liberty y los equipos, y ahora que no está el capo cada uno va a presionar lo que pueda. A este acuerdo se han de sumar los promotores de las carreras, y debieran estar, según la política de apertura de Liberty, los patrocinadores, etc. Demasiadas partes para ponerlas de acuerdo en algo tan complejo como lo deportivo, técnico y sobre todo económico.
El aperturismo que preconiza Liberty, intentando hacer la F1 mucho menos exclusiva y acercándola a nuevos aficionados ha de estar seguido de ingresos más elevados de los que ahora gozan los equipos, que son los que en realidad mantienen el chiringuito, y especialmente Ferrari. Nadie en su sano juicio quitaría los privilegios económicos de los que goza Ferrari, ya que los italianos son el soporte principal de la F1.
Sin Ferrari, Bernie decía que no habría F1, y no le faltaba razón, por eso los italianos han pedido ya que le vayan explicando cómo va a ser la F1 del futuro para ver si les interesa estar en ella. El primer aviso ya está dado. El resto de escuderías, cada una en su nivel, también quiere saber a qué se van a enfrentar a partir de 2020, cuando expira el actual Pacto de la Concordia, y los motoristas también.
La FIA permanece a la expectativa, esperando propuestas para aprobarlas o no, en función de lo que acuerde, pero la guerra FISA-FOCA de los ochenta puede volver por sus fueros. Liberty no lo tiene fácil. Ha comprado un producto que ha de vender mucho más caro de lo que lo compró para poder ganar dinero. Para ello debe contar con más patrocinadores, y en Australia lo que había era muchos menos respecto a 2016.
Las marcas quieren estabilidad y Liberty espectáculo, porque tiene un producto que no gusta, caro y que ahuyenta a los patrocinadores. Pero abaratar costes, vulgarizar, o abrirlo a las redes sociales indiscriminadamente son soluciones en completo desacuerdo con ingresos mil millonarios. Las redes hoy no ofrecen grandes ingresos si no se da algo a cambio muy emocionante.
En el capítulo televisivo hay indefinición total y se hará según países. Empresas como Movistar, que desembolsan cerca de 40 millones anuales se van a pensar mucho el futuro. Si se da en abierto ¿dónde está su negocio? A partir de este año los equipos y pilotos pueden usar vídeos en sus redes sociales. Eso es una clara competencia a las TV de pago. Una apertura indiscriminada y sin orden va a convertir la F1 en una guerra sin cuartel en la que nadie va a arriesgar un euro.