Un Real Madrid entre el espejismo y la realidad

Ganando al Panathinaikos, reto conseguido este jueves en el Palacio de los Deportes de la Comunidad, el Real Madrid gana tiempo. Que nunca sobra. Seguir peinando el mercado para cazar las mejores ofertas, con el hándicap de que ellos buscan jugadores comunitarios en posibles adiciones, mientras los que superviven en la plantilla actual sacan el trabajo adelante. El campeón de Europa llegaba a la capital del Reino habiendo recibido un golpazo por parte del debutante de esta Euroliga, el París de Splitter, y ha encadenado otro vuelco a su historial en lo que era la reedición de la última final. Pero con ese comecome constante sobre ellos, que no saben si ganar a los griegos ha sido un espejismo o es la más pura realidad. El hombre por hombre puede ser equiparable, sí, pero el fondo de armario no lo es en estos momentos. Y cuantas más armas tengas, más tiros pegas. En esta semana de doble jornada Chus Mateo ha tenido que echar mano de un joven cuya presencia no se esperaba, Sidi Gueye, para completar las convocatorias, lo cual no debería ocurrir en circunstancias usuales.

El Madrid ha vivido en estado de nervios desde que Yabusele se marchó a América. No será que Chus Mateo no lo advirtió. Desde la Supercopa lo ha hecho. Faltaba alguien en la rotación interior. Pero es que después de la lesión de Feliz también se requiere a alguien que, por lo menos temporalmente, supla la ausencia del base suplente que además es uno de los fichajes estivales. Es obvio que la afición se impaciente ante los resultados si, como añadidura, ve que tampoco se intentan paliar con incorporaciones de nivel.

En la final del único torneo finiquitado hasta la fecha, en Murcia ante el Unicaja, se podía perder; se medían con una de las sensaciones de los últimos años y un conjunto que, como componente positivo, no tiene el calendario de la Euroliga porque no la juega. En Coruña cayó frente a un debutante en la Liga Endesa. En la inauguración de la temporada de la Euroliga, que igualmente lo era del Garden de Múnich, trastazo contra un rival clásico en lo institucional pero de menor nivel en lo baloncestístico. Sólo han aliviado la cuenta los triunfos contra Zaragoza y Partizán. De lo que llegaba para jugar contra el campeón de la Euroliga era de una derrota en competición nacional, Bilbao, y en competición europea, Baskonia, en apenas cuatro días. Y sin Campazzo en ese último compromiso. El vaso está rebosante, las gotas están colmándolo. Ganar al PAO suaviza, ninguna duda, pero el rendimiento un Facu Campazzo estelar (Dios le guarde hasta de un resfriado) activó un plus que ese 90-86 acabó reflejando.

El Madrid vive entre una planificación sensata durante el verano y lo desvestida que se quedó cuando los Sixers llamaron a Yabusele. Pero tampoco escapa a problemas físico, no sólo el de Feliz sino el que impide jugar a Garuba, que cuentan lo mismo que si no existieran. En Vitoria, con la sanción de Campazzo por protestas a los árbitros, era improbable una victoria con semejante panorama. Pero es que ahí había excusa. La situación debe ser vista y revista desde todos los prismas, y no sólo en el cortísimo plazo sino en el más largo.

Chus y el resto de ayudantes llevan trabajando con una estructura más allá de los dos últimos años, lo hacían cuando Laso era el que estaba al mando. Si bien se ha perdido algo de magia, sapiencia y dotes de vestuario con Sergio Rodríguez y Rudy Fernández, la estructura se mantiene en líneas maestras respecto al año pasado. En el que se llevaron tres de los cuatro títulos. El conservadurismo es el que permanece, aunque son los propios técnicos los que reclaman un punto más, una ayuda, un esfuerzo para continuar por la misma senda. Vencer al Panathinaikos no deja de ser un día, una cita, un resultado, pero haber llegado al pabellón con una mochila de cinco derrotas en los últimos ocho enfrentamientos oficiales es una medida mucho mayor y menos modélica, de ahí que el Madrid deba evitar lo engañoso de este éxito parcial. La siguiente parada, a tres días frente al Bàsquet Girona en la Liga Endesa con el mismo escenario al que subirse, supondrá otro artículo más para añadir al muestrario. Calidad a partido único hay a borbotones, pero las ligas son y se pueden hacer muy largas.

Alberto Abalde reacciona a una acción positiva del Madrid-Panathinaikos.
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Alberto Abalde reacciona a una acción positiva del Madrid-Panathinaikos.Juanjo MartínEFE

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