Adiós a Thiem, el hombre que desafió al Big Three

Una trayectoria que apuntaba a ser de las más brillantes del siglo, pero que fue truncada por unos problemas físicos que hicieron que, este martes, Dominic Thiem se despidiese del tenis profesional antes de lo esperado. El austriaco, de 31 años y actualmente número 318 del ranking mundial, cayó en primera ronda del ATP 500 de Viena, en casa, ante el italiano Luciano Darderi (7-6 (6) y 6-2 en 1h32) y puso así punto final a una brillante trayectoria que se cierra con un sabor agridulce, porque la sensación es que Domi podía haber conseguido mucho más si no fuese por culpa de la muñeca.

Thiem se va con un palmarés a la altura de unos pocos elegidos en las últimas dos décadas: 17 títulos, de entre los que sobresale el US Open de 2020, su único Grand Slam, además de otras tres finales de major (Australia 2020 y Roland Garros 2018 y 2019), exnúmero tres del ranking mundial, 32 victorias contra top-10, uno de los dos únicos jugadores, junto con Andy Murray, que ha logrado cinco triunfos contra cada miembro del Big Three (cinco contra Djokovic y Federer, seis contra Nadal), el primer tenista nacido después de 1990 en ganar un Grand Slam... Los honores son múltiples para el de Austria, que además consiguió todo con una potencia y una belleza pocas veces vistas. De hecho, es el último jugador con revés a una mano en haber ganado un grande. De nuevo volviendo al Big Three, es uno de los ocho jugadores que, entre 2005 y 2022, son capaces de arrebatar algún grande a los tres mejores de la historia: Marat Safin, Juan Martín del Potro, Stanislas Wawrinka, Andy Murray, Marin Cilic, Daniil Medvedev y Carlos Alcaraz fueron los otros en lograrlo.

Durante sus años de esplendor, Thiem fue la clara alternativa al Big Three. En todo tipo de superficies, además, ya que en pista dura destacaba tanto como en tierra batida, donde llegó a plantar cara a Nadal. Solo el balear evitó, por partida doble, que el de Wiener Neustadt conquistase Roland Garros, y en Melbourne fue Djokovic quien le hizo quedarse con la miel en los labios. También cayó en dos duelos por el título de las ATP Finals, e Indian Wells 2019 es el único Masters 1.000 en su vitrina (sucumbió en la final de Madrid dos veces). Siempre fue entrenado por su padre, Wolfgang, y también por su madre, Karin, que en el desierto de California inició la tradición de hacerse un tatuaje por cada título de su hijo.

Cuando todo iba viento en popa hacia una sensacional carrera, un desgarro en su muñeca derecha producido en junio de 2021, cuando jugaba en Mallorca, cortó de raíz la progresión de Dominic. Desde entonces, no volvió a ser el mismo. Estuvo nueve meses apartado de la competición, y en su regreso dio la sensación de que había perdido el toque y su poderosa derecha. Si los problemas físicos se lo permitían, lo cual no sucedía siempre, no dejó nunca de intentarlo, llegando a bajarse al barro del tenis y disputar torneos de muy baja categoría. Thiem hizo todo lo posible por volver a lo más alto, pero su cuerpo, y su mente también, se lo impidió. En este 2024 se despide con un pobre balance de dos victorias en cuadros finales ATP y nueve derrotas, ninguna de ellas en Grand Slam. Especialmente doloroso fue caer en la previa de Roland Garros, su grande favorito y en el que no recibió invitación para el cuadro final.

Al menos, esta semana en Viena se ha dado un baño de masas: el héroe local disputó un partido de exhibición con Alexander Zverev, y en el último torneo de su carrera, como ha hecho siempre, no dejó de intentarlo ante Darderi, ante el que dejó varios destellos de la inmensa calidad que atesora, pero no fue suficiente. Colgó su última raqueta usada, literalmente, en un precioso homenaje ante un Wiener Stadthalle entregado a su ídolo. “He tenido muy buenas despedidas en los últimos meses, pero hoy os quiero dar las gracias por todos estos años sensacionales. El viaje ha sido un sueño, y quería que esta tarde fuese vuestra. No me lo podría haber imaginado mejor, gracias”, dijo Domi al público antes de despedirse pidiendo que se siga apoyando al tenis en su país. Lo que pudo ser y no fue de una carrera que no deja de ser brillante, pero que se cierra con un sabor agridulce porque Thiem podía haber logrado mucho más.

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