Baskonia-Real Madrid, un pique con rango de final
No es el Clásico, pero se le parece. Decía Felipe Reyes hace unos años que para él ganar en Vitoria era tan gratificante como hacerlo en el Palau. Comparaba rivalidades. Ya ayer, con horas de antelación, la grada preparaba el asalto: “Era campo atrás, era campo atrás”, coreaba al unísono la afición baskonista por la acción no pitada a Llull. Semifinal con rango de final.
El campeón en aventura inédita, a la caza del cuarto trofeo consecutivo, y el Baskonia en pelea directa con viejos fantasmas, los que alientan la maldición del anfitrión. Porque desde que existe el actual sistema con ocho candidatos, solo una vez el local triunfó en casa. Lo logró el equipo vitoriano en 2002, pero no en 2000, 2008 y 2013. Vuelve a la carga con “su mejor plantilla en años”. El elogio es de Laso, que también tiene para los suyos: “El lujo es tener un grupo amplio de jugadores de mucha calidad. Hicimos un gran esfuerzo, pero mis jugadores están bien”.
Sito Alonso le devuelve el abrazo dialéctico: “El Madrid está a otro nivel. Sabe convivir con la presión de manera excelente”. Ninguno de los protagonistas le daba más vueltas al campo atrás. “Sería absurdo que influyera hoy”, aseguraba el técnico madridista. “Al final, el Real tiene jerarquía para ganar estos partidos”, añadía Laprovittola.
Muchos nombres decisivos en la libreta: Larkin, Beaubois, Llull, Doncic, Randolph… Y Nocioni, claro. Leyenda baskonista, héroe blanco. “Te tira el corazón a la pista. Te ayuda a levantarte”, cuenta Laso. Clave ante el Andorra, está preparado. Otra vez: “Trato de dar tranquilidad y también fuego desde el banquillo. Uno quiere jugar en estos ambientes, disfrutar de la rivalidad en el campo y de la paz y la armonía fuera. La Copa es un ejemplo. Para alguien que viene de un país (Argentina) en el que no siempre es así se agradece muchísimo”. A disfrutarlo.