¡Historia! Westbrook bate el récord de triples-dobles: 42
Russell Westbrook ha perseguido (y cuando Westbrook persigue, persigue una manada) la sombra de Oscar Robertson desde que arrancó el 26 de octubre el año I sin Kevin Durant. En su primer partido se quedó a una asistencia del triple-doble (32+12+9 ante los Sixers) pero en el segundo se fue a 51+13+10 (dos días después, contra los Suns). Con espíritu de forajido y rodeado de la mística del que no quiso marcharse (en agosto amplío con los Thunder: tres años y 85 millones), Westbrook ha sido durante toda la temporada una fuerza animal y magnética, un dogma fanático, una respuesta de potencia atávica ante enemigos que quizá solo existen en su cabeza. Al menos muchos de ellos. A este año IX que es en realidad su año I solo le ha faltado una victoria ante los Warriors, pero ni él (absolutamente desatado) ha podido puentear semejante distancia (4-0 en cuatro partidos totalmente desnivelados). Pero ha mantenido a los Thunder en playoffs, por encima de lo que muchos pensábamos y por encima de la lógica. O más bien estableciendo la suya propia: la lógica de Russell Westbrook, casi otra dimensión. Let Westbrook be Westbrook.
En Denver, ante el equipo al que había largado dos triples-dobles en dos partidos, alcanzó el número 42. 9 de abril de 2017: el Oscar Robertson de la temporada 1961-62, todavía en Cincinnati Royals, ha quedado definitivamente atrás. En un partido en el que su equipo ya no se jugaba nada porque se enfrentará a los Rockets en playoffs: Harden-Westbrook cara a cara después de una temporada completa discutiéndose el MVP en el campo de batalla de cada estadística avanzada. Hasta la más rebuscada. Pero en un partido en el que los Nuggets sí se jugaban mucho, arrinconados primero por los Blazers de Dame Lillard y finalmente expulsados (ya matemáticamente) de una octava plaza que parecía suya por un triple de Westbrook desde más de nueve metros y en el último segundo. Fue sencillamente perfecto: 50, 16 rebotes y 10 asistencias en su tercer triple-doble con más de 50 puntos de la temporada. 18 puntos después que entró en pista a 8:48 del final y con 93-83 para los Nuggets. Y triple imposible ganador. Triple imposible. Partido imposible. Temporada imposible. Jugador imposible. Imposible, imposible, imposible. Let Westbrook be Westbrook.
En aquella temporada 61-62, Robertson (con 23 años) jugó 80 partidos (44,3 minutos por noche), sumó 41 triples-dobles y fue el único (registrado) en promediarlo: 30,8 puntos, 12,5 rebotes y 11,4 asistencias. Hasta ahora. Que hayan pasado 55 años, y tantos jugadores extraordinarios, explica la magnitud de este Russell Westbrook 2016-17, un terremoto que en su partido 80 ha alcanzado el triple-doble 42 cuando ya tenía amarrado ser el segundo en promediarlo: y con más puntos que nadie (por ahora, en casi 35 minutos por partido, 31,7+10,7+10,4). ¿Será MVP? En el año de Robertson lo fue Bill Russell y quizá la historia se repita ahora con Harden. Pero no habrá actuación individual que recordemos más en el futuro. De eso no hay duda: en sus ocho primeros años en la NBA, Westbrook totalizaba 37 triples-dobles, en esta temporada lleva 42 y le quedan dos partidos por delante. En su carrera son ya 79, por delante solo el club de los 100: 107 Jason Kidd, 138 Magic Johnson y 181 Robertson.
Westbrook ha jugado todos los partidos con un ratio de implicación y carga del juego de su equipo sencillamente inhumano. Ha fallado muchos tiros y ha perdido muchos balones. Pero qué pregunten hacia qué lado se ha inclinado la balanza en una ciudad que hace nueve meses se quedó huérfana, condenadamente sola. Rota. Westbrook ha cicatrizado heridas y cosido espíritus quebrados yendo de lado a lado de la pista a velocidad supersónica. Cada noche y en cada jugada. Los Thunder están (varios milagros incluidos) 33-9 en los partidos de sus triples-dobles, que han sucedido ya en 17 ciudades y contra 27 equipos, todos menos Chicago Bulls y Portland Trail Blazers.
A lo largo de la temporada, Westbrook ha sumado el triple-doble con más puntos de la historia (57+13+11 ante los Magic), el primero sin fallos en el tiro (6/6 de campo, 6/6 desde la línea de personal para 18+14+11 ante los Sixers) y ha enlazado dos veces siete seguidos cuando nadie pasaba de al menos cinco en dos ocasiones desde el Michael Jordan de 1989, otro soldado solitario al que la gloria inmortal le llegó después y, siempre es así, cuando encontró la compañía adecuada.
Westbrook, Westbrook y Westbrook, por tierra mar y aire. Una montaña de músculo, un avatar de la cara más salvaje de la naturaleza. Con noches en las que sus compañeros han acompañado y otras en las que han mirado. Partidos en los que el triple-doble ha sido una cuestión de minutos y algunos en los que lo ha buscado con descaro. Siempre es así cuando la historia se abre tan de par en par ante un jugador. Pero casi nada de lo que ha hecho Westbrook ha sido hueco: los Thunder han sido relevantes, han sido competitivos: han sido. Y eso es mucho tras la salida (fondo y forma) de Kevin Durant. Viendo al KD de Oakland y a este RW, casi parece que mejor para todos. Desde luego, para los que nos hemos dedicado a mirar cada noche. Mirar para asistir, con la boca abierta de par en par, a la elevación definitiva de un jugador de neutrones, de una tormenta de baloncesto absolutamente incontrolable, de un dogma fanático: una temporada histórica de un jugador distinto a todos los que hemos visto en la historia. Una especie en sí misma: let Westbrook be Westbrook.